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Dos visiones concurrieron Veracruz

Dos visiones concurrieron Veracruz
Sociales | 2019-12-03 |
Dos visiones concurrieron Veracruz
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Primera parte

La primavera de 1519 fondearon en la playa desierta de Chalchihuecan (Veracruz) varios galeones y naves menores procedentes de Santiago de Cuba con una gama de personajes: soldados europeos, navegantes experimentados, mercenarios, clérigos, capitanes y africanos que integraban la flota del capitán Cortés. 

Si bien los de infantería se destacaban por la banda cruzada en el pecho llevando pequeñas bolsas con la cantidad exacta de pólvora para un tiro y atadas al cinturón la caja de pólvora y una daga con funda, en general la vestimenta de esos hombres estaba lejos de ser el uniforme de un verdadero ejército nacional. 

A poco menos de tres décadas de haberse descubierto el Nuevo Mundo —explorado incipientemente— cientos de españoles entre hidalgos de buen apellido sin dinero, colonos y aldeanos urgidos de empleo llegaron a la América armados con espadas y alabardas, valentía, espíritu aventurero, el deseo irrefrenable de conseguir oro, conquistar tierras, suficientes indios para el servicio y convertirse en súbditos productivos de la Corona. 

Jinetes

Dos meses antes, recién llegados al litoral del Mar del Norte (Golfo de México) habían sostenido un enfrentamiento con los mayas chontales en el señorío de Coatzacoalco, donde la caballería encabezando la batalla se formó por orden de su capitán, con los caballos portando cientos de cascabeles frente a los adversarios. 

La imagen de esos jinetes con sus morriones o cascos de acero semicirculares, sencillos sin alas —los más comunes del momento— montados en aquellas bestias altas en medio del estrépito de mil cascabeles, semejaba temibles centauros que dejaron estupefactos a los oponentes.

Eran soldados comunes que habían buscado ganar suficiente para comprar un caballo y alistarse en la élite de la caballería antillana notoria por desplegar fuerza y brutalidad, blandiendo espadas de dos manos para acuchillar y dar estocadas, manejando alabardas con punta de lanza y navaja transversal en la lucha a media distancia cuerpo a cuerpo y escudos ligeros de metal, o madera, recubiertos con cuero duro de buey y una punta de metal que los hacía arma y protección a la vez.

Noticia

Entre los mesoamericanos, la noticia de que cerros flotantes surcaban el mar partió del Sur cruzando Los Tuxtlas, siguió la ruta de viaje a larga distancia de comerciantes y tropas aztecas que recibían provisiones como tributo haciendo escala en pueblos de los señoríos ubicados a lo largo del río Papaloapan, Puctlancingo, Otatitlán, Cosamaloapan, Amatlán, Tlacotalpan, que conectados comercialmente con el Sureste formaban un corredor por donde además de mercancías transitaba información. 

La noticia alcanzó la ciudad de Cotaxtla —densamente poblada en las márgenes del río Atoyac con arquitectura azteca en terrazas y montículos, famosa por la habilidad de sus tejedoras de fabricar gran cantidad de mantas de alta calidad— de allí se esparció hacia el Norte por la ruta costera a Zempoala, y por la que subía a tierra fría después del fuerte amurallado de Quauhtochco (Huatusco) guarecido por soldados mexicas que bajo el mando del calpixqui (mayordomo) Pinotecuhtli controlaban el sistema imperial del tributo en el área protegiendo a la vez esa frontera de sus enemigos tlaxcaltecas.

Finalmente la noticia llegó al Valle de México y a oídos del emperador Moctezuma Xocoyotzin, que atormentado por las visiones, los hechos insólitos, los mensajes de una década que envolvían a Huehuetéotl (Dios Viejo del Fuego) interpretados como presagios funestos para el imperio de la Triple Alianza, envió a sus emisarios a Cotaxtla a averiguar.

El señorío

Coatzacoalco era un señorío independiente del dominio mexica ubicado en la región del istmo veracruzano con el mejor puerto natural de la costa Este. Se caracterizaba por su dinamismo cultural, comercial, sus influencias políticas que alcanzaban Tabasco, Oaxaca y Chiapas. 

A él concurrían señores poxtecas de alto rango —que ejercían la diplomacia, el comercio y la guerra— provenientes de etnias mayas, nahuas, popolucas, mixes, zoques y lugares distantes como Las Higueras (Honduras) y Utatlan (Guatemala). Se desplazaban hábilmente por el área de tierras anegadizas, pantanos, un sinuoso trazado fluvial de los ríos Uxpanapa, Tonalá, Coatzacoalco, una tupida vegetación tropical salpicada de higuerillas de largos bejucos, pochotas o ceibas, cedros, sauces habitada por ocelotes (jaguares), mazates (venados), tapires, monos araña, culebras nahuyaca, iguanas y lagartos. 

Es probable que usaron el náhuatl como lengua franca para subsanar la diversidad lingüística, porque el nombre mismo Coatzacoalco, del náhuatl Cóatl (serpiente) y Tzacualli (refugio, o escondite) refiere al sitio adonde—de acuerdo a la leyenda— acudió Quetzalcóatl como los poxtecas, navegando en una canoa a través del río hasta salir al mar y perderse en el horizonte con la promesa de regresar un día.

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